(Texto de Jaime
Sabines, poeta mexicano)
-¿Qué es el canto de los
pájaros, Adán?
-Son los pájaros mismos que se
hacen aire.
Cantar es derramarse en gotas de
aire, en hilos de aire, temblar.
-Entonces los pájaros están
maduros y se les cae la garganta en hojas, y sus hojas son suaves, penetrantes,
a veces rápidas ¿Por qué?, ¿por qué no estoy madura yo?
-Cuando estés madura te vas a
desprender de ti misma, y lo que seas de fruta se alegrará, y lo que seas de
rama quedará temblando. Entonces lo sabrás. El sol no te ha penetrado como al
día, estás amaneciendo.
-Yo quiero cantar. Tengo un aire
apretado, un aire de pájaro, un aire de mí. Yo voy a cantar.
-Tú estás cantando siempre sin
darte cuenta.
Eres igual que el agua. Tampoco
las piedras se dan cuenta, y su cal silenciosa se reúne y canta
silenciosamente.
El teatro donde yo daba los conciertos también tenía poca
gente y yo
había invadido el silencio: yo lo veía agrandarse en la gran tapa negra
del piano. Al silencio le gustaba escuchar la música; oía hasta la
última resonancia y después se quedaba
pensando en lo que había escuchado. Sus opiniones tardaban. Pero cuando
el silencio ya era de confianza, intervenía en la música: pasaba entre
los sonidos como un gato con su gran cola negra y los dejaba llenos de
intenciones.
Felisberto Hernández
había invadido el silencio: yo lo veía agrandarse en la gran tapa negra
del piano. Al silencio le gustaba escuchar la música; oía hasta la
última resonancia y después se quedaba
pensando en lo que había escuchado. Sus opiniones tardaban. Pero cuando
el silencio ya era de confianza, intervenía en la música: pasaba entre
los sonidos como un gato con su gran cola negra y los dejaba llenos de
intenciones.
Felisberto Hernández
Yo creo que en todo el cuerpo
habitan pensamientos, aunque no todos
vayan a la cabeza y se vistan de palabras. Yo sé que por el cuerpo andan
pensamientos descalzos. Cuando los ojos parecen estar ausentes porque
su mirada está perdida y porque la
inteligencia se ha retirado de ellos por unos instantes y los ha dejado
vacíos, y mientras los pensamientos de la cabeza deliberan a puerta
cerrada, los pensamientos descalzos suben por el cuerpo y se instalan en
los ojos. Desde allí buscan un objeto para clavarle la mirada y parecen
víboras que hipnotizan pájaros.
Felisberto Hernández
vayan a la cabeza y se vistan de palabras. Yo sé que por el cuerpo andan
pensamientos descalzos. Cuando los ojos parecen estar ausentes porque
su mirada está perdida y porque la
inteligencia se ha retirado de ellos por unos instantes y los ha dejado
vacíos, y mientras los pensamientos de la cabeza deliberan a puerta
cerrada, los pensamientos descalzos suben por el cuerpo y se instalan en
los ojos. Desde allí buscan un objeto para clavarle la mirada y parecen
víboras que hipnotizan pájaros.
Felisberto Hernández
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